El ingreso o formación de aire es inherente a los sistemas de bombeo, aunque algunas veces puede pasar inadvertido siempre trae consecuencias, en algunos casos determinantes en la vida útil del equipo y en su desempeño, inclusive ocasionar una baja en la eficiencia energética. Aquí un pequeño análisis del tema y algunas aclaraciones.
De qué hablamos
El ingreso de aire en las tuberías, en las cuales sólo debería haber líquido, es una situación mucho más habitual de lo que imaginamos. Cuando hablamos de aire, nos referimos no a los gases disueltos en el fluido (imperceptibles a simple vista) sino a los diferentes gases que circulan en forma de burbujas, a veces pequeñas o que pueden acumularse en “bolsas” de aire de un tamaño considerable.
¿Por qué tenemos aire en las cañerías si lo que queremos es movilizar líquidos? Este aire puede estar dentro de las tuberías, por no haber realizado correctamente la purga, por haber ingresado por un punto permeable (Ej. una unión con sellado deficiente), por formarse a partir de las condiciones a las que se exponga el fluido o porque en el proceso en el que trabaja la bomba se producen gases (por reacción química, agitación, etc.) o se necesitan para un fin determinado.
Las tuberías que conducen fluidos nunca deben contener aire, esa es la premisa para que todo funcione correctamente, la cual puede cumplirse al poner en marcha el equipo, pero nada es inamovible, las condiciones cambian (niveles, temperaturas, estado de juntas y uniones, etc.) tienen como consecuencia el ingreso o formación de aire.
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